Mariluz Beltrán
El pasado viernes, 22 de noviembre, durante la celebración de Santa Cecilia, entregamos los premios del Concurso de Microrrelatos de Terror, ya en su cuarta edición, y los del Concurso de Calabazas.
Las alumnas ganadoras fueron subiendo al escenario del Salón de Actos, donde fueron recogiendo los premios que ha comprado el AMPA del centro y, rodeados de música, nos leyeron sus relatos.
Los relatos premiados fueron los siguientes:
CATEGORÍA BCH Y CICLOS
Elvira Latorre García por «Un crujido en el silencio»
En la sombra donde el miedo acecha,
susurra un eco de almas deshechas.
La luna, pálida, mira en silencio,
mientras un viento arrastra el lamento.
Un crujir de pasos en el pasillo,
una risa fría que quiebra el brillo.
Un susurro helado que el alma deslumbra,
voces y murmullos que en sombras se alumbran.
Una puerta se abre, el aire se enfría,
un aliento extraño quiebra la armonía.
Ojos en la penumbra, fijos y voraces,
esperan el momento, acechando en fases.
La muerte sonríe con su risa fría,
tejiendo en la sombra su cruel fantasía.
La luna se oculta tras las nubes, por miedo,
y los árboles susurra un antiguo rezo.
Un grito lejano, un eco perdido,
un alma errante que busca abrigo.
Así en el silencio, donde el terror canta,
las almas perdidas su venganza levantan.
En cada suspiro, en cada lamento,
habita el terror, un eterno tormento.
CATEGORÍA 3° Y 4° ESO
Alejandra Bermúdez Díaz-Flores por «Oficina»
Estaba en un lugar vacío, desolado y oscuro.
Edwin, quien hace tan solo veinte minutos estaba en su oficina, se levantó aturdido de
aquel suelo helado y sucio que le estaba enfriando los huesos.
Miró a su alrededor levantándose débilmente apoyado en sus propias piernas. A su
alrededor no había nada más que las paredes oscuras que formaban la habitación. El
silencio era abrumador y las estrellas alumbraban muy ligeramente la habitación.
Aún se podía apreciar la forma de una puerta en una de las paredes. La puerta era
pequeña y no estaba completamente cerrada.
Edwin se acercó a aquella puerta tan llamativa que le producía esa sensación de peligro
que hace que tus músculos se tensen. Decidió asomarse cayendo en el vacío. Cuanto
más bajo caía en ese abismo, más difícil respirar. Se hundía en ese espeso abismo al
igual que se hundía en sus pensamientos. “¡Edwin…! Despertó.
CATEGORÍA 1° Y 2° ESO
1° – Vega Palomares Ruiz por «Sombras entre páginas»
Pálida y con las pulsaciones altas, corría por mi vida y la de mis amigos.
Todo empezó en Halloween. Íbamos a la casa maldita donde vivían los Shelley, cuya hija
Mary mató a su familia y se suicidó ahorcándose.
Se decía que nadie que entrara salía con vida. Esa noche, encontramos un libro en la
casa abandonada. Al abrirlo, cada cuento tomaba vida y uno a uno mis amigos
enfrentaron terrores inimaginables.
Descubrimos que el libro estaba maldito y debía ser detenido. La oscuridad se hacía más
real y nos acechaba.
La lucha no era contra las criaturas del libro, si no contra nuestros miedos. La gran
pregunta era: ¿lograríamos romper la maldición antes de que fuera demasiado tarde?
2° – Elisabeth Zidar Espinosa por «Ecos de la eternidad»
Era una noche oscura cuando mis amigos me arrastraron a la casa en la colina. Su
aspecto era escalofriante y un horrible olor me golpeó al entrar. Mientras explorábamos,
me tropecé con una astilla de madera, y un dolor agudo atravesó mi pecho. Cuando me
levanté, mis amigos parecían ignorarme. Al mirar hacia abajo, vi la madera sobresaliendo
de mi cuerpo, y comprendí que estaba muerta.
Desesperada, intenté seguirlos pero no podía salir. Finalmente, acepté mi nueva realidad
y me dejé caer al suelo. Tras una larga siesta, desperté en un mundo aterrador. El cielo,
azul marino con toques grisáceos, cubría cuerpos en descomposición y sobras difusas.
De repente, un hombre delgado, vestido de negro con rayas, apareció. Se presentó como
Dexte…
3° – Hajar Hassanu por «El Precio de la vida»
La tormenta rugía sobre el castillo cuando el doctor Frankenstein observó cómo su
creación tomaba vida. El cuerpo cosido y remendado se estremeció bajo los rayos y, con
un espasmo, abrió los ojos. Pero en lugar de agradecimiento, sus ojos miraban odio.
“Padre…”, murmuró la criatura. Su voz rasgada y profunda, cargada de un rencor
inexplicable. Frankenstein se volvió para atrás con mucho miedo.
“¿Por qué me has dado la vida?” Susurró la criatura avanzando. Su sombra crecía en la
pared, grotesca, como si mil almas estuvieran en su cuerpo. “Soy un remiendo de
muertos, un eco de lo que nunca fue…”
Frankenstein intentó escapar pero un brazo fuerte y frío lo sujetó. El monstruo inclinó su
rostro y Frankenstein sintió su horrible aliento, como el viento de un cementerio.
“Esta noche, padre…”, susurró, “conocerás el precio de jugar con la muerte”.
Y la tormenta cubrió su último grito de dolor.
¡Enhorabuena a todas!